CONOCEME


Durante muchos años pensé que acaso podría, cuando ya no ejerciera mi profesión de arquitecto, dar un nuevo impulso a mi vida ejerciendo el oficio de pintor o escultor, Solo se vive una vez, se suele decir. Yo pienso que podemos vivir tantas vidas como miradas distintas se tengan. La hondura de la mirada y la anchura del sentimiento y de la pasión dan la medida de nuestras vidas. Aunque a estas alturas de la mía, uno ya no distinga bien si el sol de poniente se esconde entre las nubes o entre las montañas del horizonte, pinto porque me place y porque me gusta aprender. Y, como decía Cervantes, “Lo que se sabe sentir se sabe expresar”. Pasar del “quisiera esculpir” al “voy a esculpir” y del “voy a esculpir” a “estoy esculpiendo” requiere determinación, valentía y voluntad; y, sobre todo, mucha humildad, porque es necesario aprender el oficio de escultor y nada que valga la pena se consigue sin esfuerzo. Como a mí me gusta la pintura pues la escultura la baso en ésta, mi anterior exposición se denominó, “Homenaje a la pintura”, dando forma en tres dimensiones a aquellos cuadros o partes de ellos de mí gusto.

Acabada esta exposición, emprendí, como continuación la segunda dedicándola a un icono de la pintura, como son las “Meninas”, de Velázquez, que ya había iniciado en la primera exposición. Y es el motivo integro de esta nueva muestra que describo más adelante.

A causa de mis múltiples actividades profesionales he tenido la fortuna de haber podido contemplar la vida y actuar en ella desde muy diversos ángulos. Como delineante de ingeniería primero, como arquitecto técnico después y por último vuelta a la ingeniería. Cuando esculpo, lo hago para aprender y para enseñar, para entretenerme y entretener, con el fin de deleitar aprovechando y, conseguir que el espectador, me acompañe a lo largo de mi experiencia.

Pero para mí cuando hago una escultura o pinto un cuadro, es como construir una casa para que en ella se sienta a gusto el espectador, porque el que la construye se ha esmerado en  organizarla adecuadamente, y de realizar unos sólidos cimientos, de levantar una estructura y rematar las escaleras, las habitaciones, los acabados, las instalaciones, y además se ha ocupado de sacar los escombros y de retirar los andamios. Y finalmente, de amueblarla y decorarla de modo que sea acogedora y confortable y que se pueda transitar por ella sin dificultades ni obstáculos.

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